UNA VOZ AL VIENTO... Opinión de un habitante autóctono del Pueblo de San Diego.
Remembranzas Navideñas Sandieganas... (RE).
Esta época del año se propicia para la reflexión, el reencuentro con familiares, amigos, conocidos y vecinos. Sobre todo en estos días se hace mas que necesario y se demanda, abrir los brazos y entregarse con mucha disposición a la atención de los demás. Como un gran acto de amor misericordioso y de
compasión. Por estas calles, hay muchas personas cargadas de angustias, preocupaciones o carencias, que solo con un simple y cariñoso saludo, una afectuosa sonrisa o gesto de agrado, pueden contagiarse de optimismo, ternura y hasta de alegría (invito hacer una prueba de afecto). Ahora más que nunca son necesarias como conducta hacia los otros la amabilidad, la clemencia y la generosidad, comportamientos estos que caracterizan a nuestra gente del pueblo sandiegano, siendo un referente de la imagen que por siempre se ha mantenido como atributo de la conducta de los venezolanos en general.
Es muy cierto que desde hace ya algún tiempo las condiciones socioeconómicas y políticas, nos han afectado la alegría de las celebraciones de estas fiestas navideñas, antes cuando llegaban estas fechas, en las casas y calles del pueblo se notaba el entusiasmo desde
el ver luces y ornamentos , el retumbar constante de fuegos artificiales durante las noches y el sonido de “Las Mochas” (grupo espontáneos de parranderos: músicos y cantantes que portan cuatro, maracas, charrascas, tambor y furruco, que en versos improvisados visitaban a las familias en sus hogares, cantando frente a sus nacimientos y compartiendo sus inspiraciones, desde el inicio de la noche, hasta el amanecer en las “Misas de Aguinaldos” frente a la Iglesia y en la plaza), que se dejaban oír por las calles, levantando a vecinos y ofreciéndoles desde “bebidas espirituosas”, hasta dulces, bollos, hallacas o cualquier “regalo para la mochila”; así como el alborozo y entusiasmo de la chiquillada por los regalos y peticiones que en cartas hacían a las alegorías del “Niño Jesús” (que recorría las calles con “parranditas infantiles” desde la Iglesia y visitando hogares, y a los “Reyes Magos”, alegría que contagiaba el ambiente en la misma algarabía de las familias, que se reunían en patios de las casas, para hacer las tradicionales "multisápidas" hallacas, los bollos, dulces, bebidas o preparar lo que se compartiría a otros vecinos y familiares.
Esas añoranzas llenas de recuerdos de los mayores de dorados años y nuestras vivencias infantiles, deben ser siempre recordadas y tenidas presentes, vivenciadas o promovidas, como parte de ese inconsciente colectivo que conforma nuestra memoria histórica patrimonial, que se mantiene aun con esperanzas de revivir la convivencia, la hermandad y sobre todo la concordia, desde la tolerancia y el respeto.
Saludo a quienes a pesar de todo lo inverosímil o increíble que podamos estar vivenciando en estos días aciagos y sumado la condición de pandemia, mantienen su fe en Dios y hacen vida las esperanzas de mantener los sueños de un futuro de posibilidades reales.
Es en estas circunstancias cuando mas se requiere de personas que con su esfuerzo, dedicación y empeño, muestran que nos queda en las fibras, la herencia de quienes nos antecedieron por estos caminos y en esta misma tierra, esos que luchan con ganas de seguir adelante, abriendo espacios con testimonios de ese futuro que construimos desde el presente. Hago mis votos para que continúen rebozando la atmósfera con su optimismo y confianza. Sus desafíos y obras serán recompensadas con creces. Ahora mas que nunca nuestra sociedad reclama el trabajo social y colectivo, nuestras comunidades exigen la reserva de conciencia cívica y moral, y nuestras familias requieren la unidad, el afecto y el reencuentro de sus miembros.
Reciban mi abrazo familiar y sandiegano del alma, reproduzco un extracto de párrafo de una escena de Hamlet, obra teatral de William Shakespeare: “Algunos dicen que cuando se acerca el tiempo en que se celebra el nacimiento de nuestro Redentor, ese pájaro matutino canta toda la noche y que entonces ningún espíritu maligno se atreve a salir de su morada, las noches son apacibles, no hay influencia de astros siniestros, ningún maleficio produce efecto, ni las hechiceras tienen poder para sus encantos. ¡Tan benditos y tan llenos de gracia son aquellos días!”. Solo Dios siempre tendrá el poder... Amén y que así sea.
Que estas fiestas navideñas, colme a toda la familia sandiegana y venezolana de muchas esperanzas, de fe y optimismo. Pido a Nuestro Señor Jesucristo, que su palabra abrace a nuestro país y a nuestras familias, volviéndonos a la reconciliación, a la caridad y el amor fraterno, que nos brinde el consuelo, llenándonos de fuerzas y nos de el ánimo que necesitamos para seguir adelante. Felices Navidad y Próspero Año 2022.
Paz, Amor, Bendiciones de Luz y Oro. En familia.
Pablo Herrera
Habitante Autóctono del Pueblo de San Diego y Promotor Sociocultural.
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